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Entre luces y susurros. Un espacio sensitivo

    Entre luces y susurros. Un espacio sensitivo es el título del Trabajo de Fin de Grado con el que finalmente obtuve la graduación en Bellas Artes por la Universidad de Zaragoza. 2015

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    Dra. Carmen Martínez Samper, directoria del T.F.G. y Mercedes Bueno en un ángulo de la exposición «Entre luces y Susurros. Espacio sensitivo». 2015.

    Con este trabajo teórico-práctico, dirigido por la Dra. Dña. Carmen Martínez Samper, propuse formalmente transformar los espacios expositivos en espacios sensitivos, adecuar esos escaparates de  objetos maravillos y excepcionales, que se exhiben en los centros culturales, como los museos, en lugares especiales donde sentir a las personas que los visitan una experiencia distinta, crear o producir un hábitat en el que sea posible experimentar sensaciones e incluso emociones, donde aprender y disfrutar, del arte, de la ciencia, de la arqueología, etc. Porque teorías y teóricos sin duda los hay, pero en esta ocasión la idea consistía en constatar los resultados de esta producción artística a través del que habitualmente es «el convidado de piedra», esto es: el público visitante a la exposición, cómo la percibía y si le ayudaba a sentir esta «nueva» experiencia estética…

    El punto de partida de este proyecto surgió tras reflexionar sobre la efectividad de los espacios expositivos y la conexión o la falta de la misma con el público que los visita.

    Los espacios expositivos de los centros culturales se resisten a abandonar una zona de confort en la que se han anclado debiendo encarar muchas resistencias para adaptarlas y adecuarlas a las nuevas necesidades de la sociedad actual, de un individuo que está muy preparado y acostumbrado a recibir estímulos constantes en su vida cotidiana, un público que manifiesta consistió en reflexionar a cerca del estatismo y la homogeneidad que presenta tradicionalmente el mundo expositivo* en tanto que la sociedad, la vida en definitiva está inmersa en una verdadera transformación, implementando los avances: las salas de exposiciones presentan un aspecto anodino que no se adecúa a la nueva situación, que no facilita la comunicación y que no atrae a los nuevos públicos.

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    Instante de la pieza perfromática «La luz» de «Entre luces y susurros». Un espacio sensitivo» realizada por Mercedes Bueno. 2015.

    Si el mundo de la publicidad investiga y modifica constantemente los espacios dedicados a la exposición y venta de los artículos comerciales, con la intención de proporcionar «experiencias» satisfactorias a los hipotéticos clientes, si dedican enormes esfuerzos a hacerle sentir bien en sus instalaciones de forma que cuanto mayor sea el tiempo de permanencia en ellas observando los objetos, mayores son las posibilidades de «venderle algo», si se dedican tantos esfuerzos y recursos, apropiándose incluso de las creaciones artísticas en su escaparatismo con la intención de aumentar las ventas e incrementar los réditos comerciales… me hizo pensar ¿porque los espacios expositivos no crean espacios en los que ocurran cosas nuevas y sorprendentes, hacer sentir al público visitante la experiencia del arte y de la cultura como un acontecimiento realmente especial y gratificante? y de ahí a la siguiente cuestión ¿qué podía hacer para crear experiencias culturales  gratificantes y didácticas en los espacios expositivos? La idea consiste en dar una nueva vida a las salas de exposiciones, fidelizar al público visitante e incluso atraer a otros nuevos públicos. Una intuición que finalmente se transformó en el germen de la idea que del presente proyecto didáctico-cultural titulado Entre luces y susurros. Un espacio sensitivo. Y sí ¡el cambio es posible y funciona!

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    Detalle de exposición de objetos, candiles encendidos y en el techo la proyección del audiovisual «pienso (luego) existo», de la exposición «Entre luces y susurros. Espacio sensitivo». 2015.

    Había que atreverse a liberarse de los corsés y plantear alternativas transformadoras para el espacio expositivo a producir espacios de comunicación que permitieran el tránsito de las sensaciones y también ¿por qué no? las emociones y los sentimientos de las personas, adecuándolo a las nuevas necesidades de una sociedad que ha evolucionado, que es más receptivo hacia lo subjetivo y desea que la Institución vaya más allá.

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    Detalle de exposición de objetos, candiles encendidos y en el techo la proyección del audiovisual «pienso (luego) existo», de la exposición «Entre luces y susurros. Espacio sensitivo». 2015.

    Las teorías sobre la creación de espacios sensitivos, no son nuevas, en realidad se remontan a unos cuántos años. La prueba consistia en demostrar su eficacia, en rebasar  límites y reglas museográficas tradicionales ¿cómo reaccionaría el público ante una lluvia de palabras que unas bocas proyectadas en el techo, derramando sobre ellos las palabras «pienso», «existo»? ¿mojarían su cabeza, empaparían sus ropas y su piel? Esta fue la inteción al proyectar en el techo el audiovisual Pienso (luego) existo.

    La plasticidad sensorial proporciona un enriquecimiento del mensaje o discurso expositivo a través de los sentidos, de todos ellos, además del privilegiado de la visión. Mediante la aplicación de una serie de recursos sensoriales o interactivos, en el espacio expositivo parecía muy probable que éste se transformase en sensitivo y conectar con la subjetividad del individuo, la activación de los sentidos, el despertar de una conciencia sensible, con la filosofía, la formación humanística, la verdad, el compromiso y el deseo de un efecto catártico.

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    Escultura escayola con cabeza femenina iluminada, que forma parte de la instalación escultórica de la exposición.

    Entre luces y susurros. Un espacio sensitivo es un espacio expositivo, un proyecto didáctico-cultural en el que tienen cabida otros recursos plásticos como el videoartela performance, la escultura, la escritura y la exposición de objetos obsoletos que interactúan en torno al discurso filosófico inspirado en la razón, los cogitos de René Descartes y en el subjetivismo de los espacios producidos por Francisco de Goya, especialmente en su obra Los sueños de la Razón producen monstruos.

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    Detalle de escultura de escayola con cabeza masculina iluminada, perteneciente a la instalación presentada tras una cortina en alusión a la cortina acusmática atribuida al filósofo griego Pitágoras.

    Todos los elementos citados conforman la exposición Entre luces y susurros. Un espacio sensitivo respondiendo a la expresividad del arte conceptual, en torno a un mismo discurso estético: La luz del conocimiento alumbra en la oscuridad de los efectos de la decadencia social consumista, a todo aquel que pueda o quiera ver, escuchar, sentir para experimentar un renacer como individuo que adquiere la conciencia de sí mismo y de su entorno.

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    Detalle de los «cogitos» de René Descartes instalados con vinilo en el suelo, para ser pisados por el público, con la siguiente reflexión implícita ¿nos podemos permitir vivir de espaldas a la filosofía?

    En este proyecto, como en todos los demás que les iré presentando, aflora el deseo de artista de intentar cambiar el mundo a algo más humano y sensitivo, con la justa medida de intrusión de las tecnologías; es por ello me propongo hacer hincapié en los aspectos emocionales también en el espacio otorgándole un sentido enriquecido a la experiencia. Ese es el impulso de crear constantemente espacios sensitivos, donde la existencia del ser humano rompa con las barreras de la incomprensión y la deshumanización, por medio de la acción y esto para mi es un artivismo.

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    Carmen Martínez Samper, directora del T.F.G. de Mercedes Bueno. 2015.

    * El mundo expositivo estaría aquí conformado por una serie de coordenadas o cosmogonía de múltiples elementos, cuya interacción es necesaria para la producción de sensaciones y también de emociones y sentimientos.

    Invitación:

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    Cartel de la exposición «Entre luces y susurros. Espacio sensitivo». 2015.

    Catálogo de la exposición, cara 1 y cara 2:

    Artículo publicado en el Diario de Teruel el 19/05/2015: