Saltar al contenido
Portada » El paisaje bajoaragonés en la pintura de Navarro Centelles

El paisaje bajoaragonés en la pintura de Navarro Centelles

    «Aragón debe dejar de esconderse, debe perder su timidez provinciana, trabajar para poder competir, mostrar y exportar su arte y no perder nunca la inspiración que esta tierra y estas gentes han dado siempre tantos artistas durante su Historia.» (Navarro_Centelles, 1990)

    La reciente exposición Paisajes, caminos, silencios. El Bajo Aragón de Miguel Navarro Centelles en la sala de exposiciones del antiguo Palacio de los Marqueses de Ayerbe, en la Finca La Alfranca (Pastriz, Zaragoza), del 9/10/2020 al 13/12/2020 ha permitido recuperar su faceta como pintor de paisajes de este artista turolense (Torrevelilla, Teruel 1923  – Zaragoza, 2016), y para reivindicar la particular belleza de los espacios naturales que jalonan el Bajo Aragón, inspiración para una parte esencial de su producción artística. Formado en Arte entre Zaragoza y Madrid, desarrolló su carrera profesional en el ámbito del diseño artístico publicitario paralelamente a la que fue su pasión, la pintura.

    Si Juan José Gárate y Clavero inició un nuevo paradigma en la pintura de paisajes aragoneses con su obra Vista de Zaragoza (1908), para Navarro Centelles el protagonismo absoluto radica en los espacios abiertos, sublimes, inhabitados. Mercedes Marina señaló que sus paisajes «En su soledad, aparecen abandonados por el hombre. Pinta Miguel la tierra antes de la humanidad y las ciudades después de ella» y así mismo lo percibió también la pintora Berta Lombán quién afirma que al contemplar sus paisajes en la reciente exposición transmiten soledad y tristeza, sensaciones que el artista pudo personificar incluso en esa figura de su obra titulada Por la calle. El propio pintor los definió como «Paisajes solitarios, tristes, sin vida, pero con alma, que apasionan al pintor en sus caminatas dominicales. Cada paisaje tiene su contraste y su afinidad con su propia gente, con sus diferentes lenguas, con su desigual riqueza, rasgos que forjan el carácter de nuestras, gentes, abiertas y reservadas». El análisis desu obra se dificulta ante la frecuente ausencia de títulos y fechas para poder establecer épocas o etapas, de modo que las obras intituladas cobran una especial relevancia por su singularidad. Entre estas encontramos Camino al Bajo Aragón auténtica pistas de la localización real de su obra que es producida a partir del recuerdo y la memoria. La luz y los colores singulares de esta demarcación son signos identitarios relevantes en sus paisajes. La crítica de arte Mercedes Marina caracterizó esta cualidad «…Aragón es algo más que el verde sensual de los Pirineos. Ocres, rosas, grises y blancos dan lugar a otros paisajes más primitivos y severos, de escondida belleza. Miguel Navarro Centelles se adentra en este mundo, lo penetra a fondo, no se limita a la superficie.

    Busca su esencia. Cuando toma el pincel, no le importa que aquellas líneas existan o que aquel color se contemple así. Y paradójicamente el resultado es más verosímil que la verdad. Aquello es nuestra tierra». La obra Tierra Blanca (1974) muestra las Saladas de Alcañiz y Sequía (1989) a cualquiera de los campos de cereal agostados, con vides y almendros del entorno rural del Bajo Aragón. Su pincelada es firme, directa y fluida; hace uso de veladuras, aguadas y transparencias que confieren a algunas de sus obras calidades de texturas dotadas de simbolismo.

    La estructura de los paisajes responde al patrón de tres cuartas partes de tierra por una de cielo, característica coincidente con los del pintor coetáneo Virgilio Albiac, a partir de un punto de vista casi aéreo. No en vano, Jaime Esain lo definió como pintor «más de tierras que de cielos» y Mercedes Marina consideraba que «Tierra y cielo hechos uno. A pesar de la línea del horizonte, que las separa, aparecen unidos por la vitalidad que envuelve a los dos en el mismo torbellino;  el Cosmos. Por ello sus tierras parecen mares, las curvas del terreno semejan el flujo y reflujo del océano».

    Pero ¿cómo era Miguel Navarro Centelles? Él se muestra así mismo en sus autorretratos y además nos los describe el periodista Alfonso Zapater: «…Miguel Navarro Centelles, es un hombre inquieto, nervioso. Responde a las características del artista que vive entregado a su arte -a veces no al arte que sueña-, esforzándose por encontrar metas insospechadas…» (Zapater, 1968). Trabajador incansable, participó en más de treinta exposiciones nacionales e internacionales, junto a grandes pintores y pintoras aragoneses como Albiac, Antonio Saura, Aguayo, Viola, Aransay, Buisán Ibor, Berta Lombán, Julia Dorado, etc. y junto a algunos turolenses como Salvador Victoria, o Pablo Serrano; fue amigo de José Luís López Velilla y José Cerdá Udina.

    Su obra aún está pendiente de catalogar; abordó otras temáticas como bodegones, retratos y autorretratos, folclore, costumbrismo, etc. Estilísticamente transitó desde una captación de luz de inspiración impresionista a las distintas vertientes del expresionismo, donde el paisaje es una expresión del espíritu interior del pintor; con  un uso discrecional del color fovista, del facetamiento cubista, del dinamismo de raigambre futurista, y un cierto onirismo surrealista, para desembocar en una abstracción nacida del gesto.    La crítica en su momento le reconoció como a un artista de calidad afirmando que era «básicamente un gran dibujante» (García, 2019), además de «…uno de los más significativos paisajistas aragoneses, un buen paisajista, de una aleccionadora actualidad porque en el ser de hoy no le lleva a caer en ninguna clase de facilidades, de dependencias o de tópicos» (Fernández_Molina, 1983), aunque no llegó a alcanzar el éxito que sin duda perseguía. A la espera del gran éxito.

    escribió: «Las oportunidades llamarán con frecuencia a tu puerta ¿Kuántas veces te encontrarás en casa?» Reflejo de su valoración como paisajista, fue la adquisición en 1993, por parte de la Diputación General de Aragón del cuadro Loma, para engrosar el patrimonio artístico aragonés.

    Miguel Navarro Centelles amó intensamente Aragón y la pintura, fue un pintor de emociones y sentimientos que merece ser valorado y recordado como el gran paisajista que fue en verdad.

    Mercedes Bueno Aladrén

    Marzo 2021